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sábado, 6 de agosto de 2011

Respuestas 10

Uno: si no tenemos cuñados, de eso nos libramos, que no creas que es poca cosa, aunque una buena bronca en la playa después de la paella en el chiringuito es algo tan intrinseco a los veranos como el guiri rojo cangrejo, la horchata, la salmonelosis y la correspondiente plaga de la medusa de la especie que toque ese año. En cuanto a Pepa la Brava, debía ser un elemento de armas tomar.
Pe-jota: lo que hizo que esta señora incitara mi interés es que fue la primera persona con cierto grado de repercusión en los medios que tuvo la gallardía de aparecer en ellos en silla de ruedas, y no una vez o dos, y que es ella en su silla la primera representación de una silla de ruedas en una obra de arte, concretamente las puertas Este de la Catedral de la Almudena, luego aparece otra en la puerta Norte, pero se hicieron poco después. Por otro lado resultaba curioso leer como un continuo la versión de esta autora de tres personajes en la historia que se concatenan: Eugenia de Montijo fue madrina de Victoria Eugenia, y ésta, suegra de Doña María. En resumen: casi una novela-río. Claro, la tentación se paga.
Rober: yo no suelo acabar los libros que no me atrapan salvo que sean obligatorios para alguna clase o algo así. Este ha sido una excepción. De los medios es mejor no hablar, quizás sólo estén por encima de los concejales de urbanismo, claro que el público que jalea a unos y a otros están dos o tres escalones por debajo en la escala evolutiva. Sin embargo, de todo se aprende y leyendo estos tres libros se da uno perfecta cuenta de que la historia es como una de esas tragaperras en la que hay varios discos con frutas y el premio sale cuando coinciden. Así la política sale naranja, mientras la cultura, sale berenjena, la realeza, coco y el arte maracuyá, por decirlo de otra manera: hay un inmenso desajuste entre las piezas que componen el todo de cada momento. Por ejemplo: Sissi murió tan sólo ocho años antes de que Picasso pintara las Señoritas de Avignón, y dos antes que la Reina Victoria de Inglaterra y Toulouse-Lautrec y tres o cuatro que Van Gohg. La modernidad y lo peor del viejo sistema se superponen y las ruedas giran a destiempo. Uno realmente se pierde en este caos.

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