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miércoles, 10 de junio de 2015

Junio

Junio ha sido siempre mi mes favorito del año, ya es verano pero no hace todavía calor agobiante, la gente aun no ha iniciado sus éxodos desesperados buscando Dios sabe qué y la vida toma un tono algo más amable que el resto del año. Sin embargo, este junio, como todo el curso, viene raro, calores intespestivos, ahora está a punto de llover, nos hacen vivir en la duda si caerá o no por fin la Colera de Dios sobre los pobres madrileñitos de pie. Duda que yo vivo con angustia existencial, empavorecido ante esa posibilidad y esperanzado de que no nos caiga esa plaga bíblica otra vez encima. Además de la otra posibilidad me preocupa el aspecto utópico, de las utopias hay que ir apeándose para construirlas peldaño a peldaño, no como una urbanización del Pocero, y se oyen cosas que uno dice "¿irá en serio el Svengali este?". Básicamente para que una utopia llegue a ser realidad, hay que darle buenos cimientos y no empezar por el tejado, como desgraciadamente le ocurrió a la República que gobernó para casi intelectuales, sin tener en cuenta que, a pesar de sus esfuerzos, el país era todavía una masa analfabeta guiada por caciques y sotanas.
Ahora, precisamente ahora, cuando parecía recuperado se nos va Pedro Zerolo, excepción a mi visceral odio a los municipes -él y Jose Isbert-, cuando más falta nos hace una cara amiga en esa caterva de buitres que vienen siendo los políticos y uno se pregunta por que estas cosas siempre caen de un lado de la balanza. Para mí ha sido un golpe. Supongo que ahora alguien y aun alguienes se estarán frotando las manos.
Esta mañana leo que parece estar preparándose un segundo tamayazo para robar el Ayuntamiento de Madrid. ¿Por que aquí siempre acaban pasando? Así que uno camina entre la esperanza y el abismo. Este mes de junio, creo y si no el que viene, me van a romper un cálculo renal de lo más raro, "el increible cálculo menguante", sí, ya sé que no es nada con las técnicas habituales y que ayer mismo me dijeron que tengo unos análisis y una situación cardiaca perfectos, de acuerdo pero ¿a quien le gustan estas cosas? Pues eso.
Sin embargo, lo peor de este junio extraño llegó ayer. Como vengo lamentando hace algunas entradas hemos hecho obras en casa. Sí, muy mono todo, mi alcoba gana como dos metros pero a costa de perder espacio para guardar cosas. He tenido que tirar algo así como el sesenta por ciento de mi ropa, o sea cuatro camisas y tres jerseys que ya no me cabían. Cuadros salidos de mis manos en los contenedores, puzzles hechos y sin hacer, la colección de soldaditos de plomo del Señor de los Anillos, incompleta; pero ayer fue lo peor. Ya he comentado algina vez que suelo escribir siempre a mano los textos y luego al pasarlos al ordenador ya me vale de primera corrección. No puedo pasarme escribiendo en el ordenador por mi querida escoliosis así que he de ir de a poquitos y como m pare la cosa va mal. Ayer no sé cuantos cuadernos que hubieran conformado una novela, todavía inacabada, cuatro años de trabajo, de vaciarme en cada personaje se fueron al contenedor. No hay sitio para ellos ni tiempo para copiarlos, ni nadie a quien acudir para que me ayude a hacerlo. Los personajes que tanto me esforcé en dibujar, desaparecidos para siempre, ya nunca serán nada; y Enrique, el protagonista de la trilogía, a quien dejé en la primera entrega cayéndose por un balcón, morirá por que no habrá una segunda parte en la que sepamos qué pasó, con él. No conoceremos a los cinco hermanos César, Rafa, Carlos, Jaime y Mauricio, fotógrafos. Ya nada es. Amores, odios, dolores, éxitos, amistades. todo en un contenedor. Ya nada es. Puse lo mejor de mí en ese texto, esos textos que aun había que armar y acabó así. Eso es lo que yo llamaría un FRACASO por culpa de unas vértebras, y de una visión incompetente del autor. Por que, encima, aquellas ideas buenas, al escribirlas dejaban de serlo. Recuerdo aquellas tardes escribiendo mientras oía a Serrat o a Sabina, dejándome la piel, corrigiendo sobre la marcha, cuatro años, dia tras dia.
Es este un mes de junio triste, en el que uno ha descubierto que tampoco aquel trabajo tan minucioso y elaborado valía nada y que, auque hubiera valido, ya no se puede corregir. A estas horas debe estar en el vertedero. y con él muchas más cosas de las que quiero reconocer.
No es la primera vez que me planteo dejar de escribir pero he de reconocer de que es para mi una necesidad, si fuera una opción seguro que no la escogería.
La verdad es que a veces uno....

2 comentarios:

  1. Acabo de salir de una pequeña operación que es posible que acabe llevándome a otra mayor. No te lo digo como consuelo sino para explicarte que hoy te puedo comprender un poco mejor. Lo de tus cuadernos me ha dado una punzada en la cicatriz. ¿No hay apps de esas que reconocen la voz y escriben solitas?
    Cuídate. Un abrazo

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  2. Lamento lo de tu operación, por pequeñas que sean son una faena. Lo de mi cálculo es de puro chiste: No saben si podrán llegar a él así que vamos a hacer un "ensayo general con vestuario" (en mi caso supongo que sin vestuario o con muy poquito) a ver si la maquinita de la litotricia puede o no localizarlo adecuadamente.
    Sí, sé que existen esas cosas de hablar y que escriba solo el ordenador pero intento resistir en un mundo lo más cercano posible a la normalidad.
    La verdad es que no está resultando una buena época sin que sea de las peores, obviamente.

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